Acostumbrado a que los carroñeros de mayor envergadura o fuerza le roben las piezas que caza, el guepardo se ha habituado a cazar en las horas centrales del día, cuando los otros depredadores duermen. Su estructura física adaptada a la velocidad limita su capacidad de lucha y defensa, ya que su cuerpo es esbelto y fino a expensas de una musculatura potente y la fuerza en sus zarpas lo limitan al momento de enfrentarse con un oponente con dotes más defensivas.





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